Another Earth: La Ciencia Ficción tiene su corazón en la filosofía

Esto no es una crítica a la película, ni un análisis (que debe hacerse porque se lo merece) sino apenas una impresión de lo que sentí cuando la vi. Quizás, más adelante haga una reflexión más profunda, no estoy tan acostumbrado a escribir sobre películas así que me tomé la libertad de ser lo más inmediato posible.

Cuando empecé a ver Another Earth pensé: «Melancolia 2». Primera sorpresa: Melancolia se estrenó posteriormente, sólo un par de meses después. Segunda sorpresa más importante: Another Earth no es lo que parece, está muy lejos de la primera impresión que suelo tener para descalificar las nuevas propuestas de antemano. No estoy diciendo que Another Earth sea una película innovadora pero si es muy refrescante. Tengo pendiente escribir acerca del sinsabor que tengo respecto a la ciencia ficción que se está produciendo recientemente pero prefiero escribir acerca de la sonrisa y el temor que me produjo Another Earth. A veces, en medio del cine fantástico reciente y con mucho del cine en general nos encontramos con que se usan los grandes temas o preguntas de la filosofía como excusa para las trivialidades más aburridas. Esta es la historia de una joven, Rhoda, que está en la cumbre de la excelencia en su juventud, es una chica inteligente, sensible, ambiciosa, acaba de graduarse de la secundaria y va a ingresar al MIT para empezar sus estudios superiores. Sin embargo, la toma por sorpresa la aparición en el espacio de un planeta idéntico a la Tierra, es un espejo del mismo, los medios lo han llamado Earth 2 (Tierra 2.) Descubrir este planeta en el cielo mientras conduce atrae su atención al punto de que pierde el volante y se estrella contra otro auto en el que está una familia. El choque hace que el hombre que conduce, John Borroughs, quedé en coma, y su esposa embarazada y su hijo mueran. Rhoda es recluida en la cárcel por cuatro años y John deliberadamente decide no averiguar la identidad de quien arruinó su vida. Por supuesto, sus destinos están ligados en la historia de la película. Ahora bien, pareciera que este planeta es una excusa para contarnos el drama intimista de dos personajes cuyas vidas han sido destrozadas por el azar. Pero no es sólo eso. 

La película nos trae una vieja pregunta de la literatura fantástica, la pregunta por el doble, sutilmente introducida en el desarrollo de los personajes y su relación insospechada. De alguna manera, Another Earth logró convertir esta pregunta por lo extraordinario en una novela moderna, en una película al mejor estilo del cine independiente (claro que ya se ha hecho antes, desde hace mucho tiempo, pero qué bueno es verlo otra vez.) Oscilamos entre un problema de orden psicológico que se expande al orden cultural, sociológico. Básicamente, vemos cómo el ideal de ser dueños de nuestra propia vida y plantearnos una identidad personal se convierte en el sueño ancestral de encontrar el paraíso: un mundo como el nuestro en donde somos mejores personas y aquello que ha salido mal en nuestras vidas no ocurrió jamás y somos felices. Sin embargo, lo refrescante de esta película es la duda. Ese espejo fantástico puede ser el paraíso, en el podríamos plasmar nuestros ideales y aún así, sigue siendo un espejo, toda aparición de lo fantástico puede ser nada más que una reafirmación de lo cotidiano.

La película introduce un elemento supremamente interesante, un elemento filosófico, científico, que aunque se presenta también en forma de duda, mera potencia, resuelve de forma excitante la historia – sobra decir SPOILER ALERT. La mirada: observar un sistema altera su naturaleza, principio fundamental de la mecánica cuántica y del cine. «Cuando miramos por primera vez a la otra Tierra, fue el momento en que nuestra sincronicidad se rompió (…) tal vez ellos están allá arriba, tal vez no… pero tal vez.» Por esto, Rhoda decide cederle a John el tiquete que ha ganado para viajar a La Tierra 2 y otorgarle la oportunidad de volver a ver a su familia, cosa que parece apenas una probabilidad pero que al final de la película se confirmará como verdad cuando Rhoda encuentra a su doble en la puerta de su casa. Nadie nos explica cómo puede ser esto posible, no hace falta tampoco, pero le garantiza al espectador una experiencia más allá de lo cotidiano, hace que la ciencia ficción recupere su estatuto discursivo y filosófico. Es interesante ver que aunque se separa de lo tecnológico, esta película está fuertemente sustentada en la ciencia y nos permite pensar que tal vez lo que sabemos puede sustentar la posibilidad de lo maravilloso.

La película me dejó una última pregunta, como si rozara el tema con una seguridad alarmante, insuficiente. Cuando vemos la película, tenemos la sensación de que Rhoda ha entrado en depresión y ha fijado su proyecto de vida en la Otra Tierra porque el accidente provocó una catástrofe de personalidad. Sin embargo, al encontrarse con ella misma al final, podemos preguntarnos ¿por qué esta otra Rhoda, exitosa (o al menos diferente por lo que vemos en su vestuario) decidiço ir a la Tierra 1? ¿Acaso es la esencia de su personalidad la búsqueda y la insatisfacción? ¿Acaso era el destino? Puede ser que los caminos del destino se bifurquen y una realidad influya a la otra, podemos pensar en los ecos de nuestra realidad rebotando y moldeando nuestros sueños. Las extensiones de nuestros proyectos finalmente se transforman debido a los cambios en nuestra realidad inmediata.

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